Además de considerar un contenido centrado en el usuario, conciso y útil, debe existir un tono de voz coherente con el perfil del visitante.
El estilo puede variar entre un estudiante regular, un usuario externo que podría ingresar a estudiar y un egresado. Lo mismo ocurre cuando un texto va dirigido a un académico.
Para ellos deben adoptarse un estilo claro, sin un lenguaje técnico, ni engorroso, manteniendo ese estilo en todos los contenidos que se le relacionan.
Debe evitarse la tentación de la verborrea. Lo mejor es ocupar una oración simple y directa. Indicar el sujeto y complementar con la acción. Lo imperante será siempre contestar una pregunta crucial que se hace automáticamente el usuario: "¿qué hay para mí en este contenido?" Por tanto se necesita una descripción breve del servicio que presta la institución, seguido de una propuesta de beneficios o aportes, junto a la experiencia de utilizar el servicio.